El ejecutor de los recortes de pensiones por discapacidad viene de la banca y las finanzas

Se trata de Guillermo Badino, presidente de la Comisión de Pensiones Asistenciales y economista de la UCA. Analista de finanzas y asesor de finanzas, “Willy” tiene 30 años de experiencia en bancos internacionales y fondos de inversión. Fue designado hace seis meses y quedó en la mira por sus frases desafortunadas sobre las personas con síndrome de Down. La sombra de Quintana y el enojo de Michetti.

El punching-ball de la semana pasada fue Guillermo Guido Badino y es el hombre que ejecutó un recorte drástico y de trazo grueso en las pensiones por discapacidad, bajo el criterio recurrente del Gobierno: según sus estimaciones, se habían propagado sin control durante el kirchnerismo y esos haberes se habían convertido en herramientas de inclusión y redistribución del ingreso, para unos, y bolsones de clientelismo y gasto discrecional, para otros.

Como fuera, el Gobierno, otra vez, comunicó tarde y mal sobre los supuestos desfalcos detectados y dejó en manos de un funcionario de segunda línea y claro perfil tecnocrático, la explicación de un recorte en un área por demás sensible. Mientras los casos afectados empezaban a llenar las webs, diarios y radios, con relatos dolorosos y de claro desamparo para un sector relegado como el de los discapacitados, Badino se puso el traje de malo de la película al salir a explicar los motivos del recorte, con pavorosa falta de tacto. Dijo textual: “Una persona con síndrome de Down no es sujeto de derecho de esta pensión”, porque podría “trabajar si lo deseara”, y consideró que en todo caso, “quizás le pueda caber la asignación universal por hijo”.

El cóctel perfecto de mala comunicación, insensibilidad y oscurantismo a la hora de tomar decisiones explotó bajo el mando de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, uno de los pocos cuadros de Cambiemos que parecía mimada por las encuestas que manejaba, al menos hasta la semana pasada, la Casa Rosada. La crítica contra un gobierno sin conciencia social quedó en bandeja para un kirchnerismo alerta para viralizar verdades y mentiras ante cualquier situación y ni siquiera el intento del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, de comunicar con mayor prolijidad las irregularidades descubiertas pudieron bajar el escándalo que decantó en una marcha populosa en el Obelisco.

Stanley, poco al tanto del recorte y con la venia del jefe de Gabinete, Marcos Peña, salió a anunciar la enésima marcha atrás en una decisión que afectaba bolsillos flacos. Tal vez, la más dramática de todas desde la asunción de Mauricio Macri. Y así y todo, confusa corrección, ya que Badino continuaba en los pasillos reafirmando sus dichos, y basándolos en una presunta -y luego categóricamente desmentida- recomendación de la asociación ASDRA para que personas con síndrome de Down no percibieran la pensión “ya que tienen una oferta de trabajo espectacular”, según consignó Diario Popular el viernes. La asociación sostiene, en cambio, que el 70 por ciento de los discapacitados intelectuales no tienen empleo.

La insistencia de Badino llevó incluso a la vicepresidenta Gabriela Michetti a criticarlo y pedir que “la persona responsable (del recorte) debe retirarse”. Michetti no hizo del todo pública su bronca con esta situación que no sólo implicó lo personal. Hace un mes, junto a Macri, fue la cara principal del lanzamiento de un Plan de Discapacidad con importante cobertura en el CCK. La medida de Badino se da de bruces con la propuesta que acercaba al Gobierno a un tema social en donde no tenía una agenda copada por la oposición.

¿Cómo un funcionario de segunda línea puede desatar tamaño desbarajuste político hacia afuera y hacia adentro del Gobierno? Es que Badino es hombre de uno de los vicejefes de Gabinete, Mario Quintana, quien sería, a su vez, el promotor de los recortes sociales.

La estructura de Desarrollo Social cuenta con varios funcionarios que responden a Quintana e incluso su propio hijo trabaja allí. Tras esta crisis, Badino podría ser un fusible elegante, tanto como otro quintanista: su superior, el secretario de Coordinación, Gabriel Castelli, un ex Farmacity que trabajó para Cáritas, en la mira, según consignó el diario Perfil.

El currículum de Badino cierra con el mote del gobierno de los CEOs que le achacan a Cambiemos. Economista de la UCA, “Willy”, como le dicen y se presenta en su perfil de Linkedin, tiene 60 años y es un técnico experto en análisis financiero e inversiones que trabajó la mitad de su vida en diferentes bancos y empresas financieras, antes de sumarse a los equipos del Gobierno, primero como administrativo desde diciembre del 2015 y en su cargo actual, desde enero de este año. Lo social, claro, no es su expertise, si se comparan sus 30 años en la banca contra sus seis meses de cargo público vinculado a la discapacidad.

Desde el 2008 y hasta mediados del 2016 -aunque en su Linkedin no está actualizado- se desempeñó como director corporativo de Finanzas en Cazenave y Asociados SA, una empresa y consultora de inversiones agrícolas fundada en 1969 y que se presenta a sí misma como “el portal de entrada a los agronegocios en Sudamérica”. Entre otros negocios, que van desde los inmobiliarios a las consultorías en mercados como el brasileño o el ruso, Cazenave controla la firma de servicios algodoneros Gensus, que el año pasado le compró Genética Mandiyú a Monsanto.
Entre 1996 y 2008, Badino fue partner -socio- en MBA Banco de Inversiones, el negocio de banca de inversión que opera en toda América latina, con excepción de México y Brasil. El año pasado esa entidad terminó de ser adquirida por el gigante internacional de inversiones Lazard y se convirtió en la mayor red de asesoramiento financiero del continente. Ocupó cargo en el directorio de MBA Sociedad de Bolsa SA y MBA Asset Management SA.
Allí había llegado desde el Bankers Trust, una entidad histórica de Estados Unidos, donde Badino trabajó tres años. Exitoso desde joven, sus primeros pasos en la industria bancaria ya los había dado en el Bank of America.
En el país, había sido gerente de Inversiones del Banco Francés y luego del Banco Santander, a principios de los ‘90.
Badino es de San Isidro, está casado con Alejandra Landajo y tiene un hijo, Juan, con el perfil emprendedor que le gusta al Gobierno: fundó Acamica SA, una empresa que brinda cursos online sobre software, aplicaciones y lenguajes de programación.

En su declaración jurada, Badino detalla una casa en su barrio, dos autos, una inversión en Cariló y ahorros por una venta de activos no especificada por 225 mil dólares, los que hicieron que sus bienes pasaran a cotizarse de 3,2 a 4,5 millones de pesos en un año. Se define como experto en proyecto y análisis financiero e inversiones -y muchos colegas dan fe de esto-, pero su carrera pegó un giro copernicano con el decreto de nombramiento 94/2017 que lo ubicó en Desarrollo Social, con un objetivo claro: poner los números en orden, en un área en la que no registra ningún antecedente o estudio puntual.

Y así Badino agarró el lápiz y empezó a tachar. Aunque un ministerio no funciona como un banco, ni un número en rojo es lo mismo a la situación social de un discapacitado al que se le corta una pensión. Esa tal vez haya sido la última lección que le enseñara la arena política.

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