Weretilneck ante una nueva elección ¿por qué puede ganar? ¿por qué puede perder?

Esta nota está basada en datos estadísticos y estudios de opinión pública realizados por mi consultora en los últimos 6 meses. Acá no se habla ni de temas legales ni de elucubraciones esotéricas del círculo rojo. Acá se intentará demostrar las razones fácticas de un nuevo triunfo de Alberto Weretilneck, o de su primera derrota electoral.

Alberto Weretilneck, con su flamante partido Juntos Somos Río Negro, ganó las últimas elecciones a gobernador de Río Negro en el año 2015 con casi el 53% de los votos. Lo siguieron Miguel Pichetto del PJ-FPV con casi el 34%, Magdalena Odarda de la CC-ARI con el 10% y Horacio Massaccesi con el 3%… decimales más, decimales menos.

Desde ese momento a hoy el escenario cambió. Magdalena Odarda dejó el CC-ARI para fundar RIO. Nació el PRO en la provincia y sumó a la CC-ARI y a la UCR a la alianza Cambiemos. Y, encima el desgaste propio de la gestión, decantan en un nuevo escenario que medido en nuestra última encuesta de fines de diciembre pasado muestran al espacio del gobernador con un 36% de intención de voto (17% menos que los logrado en 2015); el PJ-FPV (ya con el aporte del RIO odardista) en un 33% (manteniendo los votos de 2015) a Cambiemos con un 17% (sumando los 3% de la UCR más un remanente de la CC-ARI que no se fue con Odarda y ganando nuevos votos con el PRO) y un 14% de indecisos… decimales más, decimales menos.

¿Por qué puede perder? ¿Por qué puede ganar? Porque al estar JSRN a solo 3% de diferencia del PJ-FPV en una encuesta que presenta un 3% de margen de error, es ‘empate técnico’. Una moneda tirada al aire que puede caer cara o seca, está dentro de las probabilidades que se den cualquiera de los dos resultados. Ahora, la pregunta del millón es ¿Qué factores pueden hacer que pierda la elección?

Ese 36% de intención de voto que presenta el espacio JSRN medido con el gobernador Weretilneck a la cabeza de la fórmula, tenía el condimento de la inclusión en la misma del vicegobernador Pedro Pesatti que, según nuestros números, le sumaba en diciembre aproximadamente 8 puntos; con 3 de ellos que ya nos indicaban su desacuerdo con “la re-re de Alberto”. (Nota: las manifestaciones de Clemant en SAO y Córdoba en Jacobbacci, como la impugnación presentada por Rulli en Viedma, son emergentes de ese descontento).

Los restantes 5 puntos que le aportaba Pesatti provienen de votantes afines al pensamiento peronista. Contenidos por la figura del vicegobernador en JSRN conforman el ‘voto duro’ pesattista aparecido en encuestas previas donde medíamos intención de voto por candidato individual, allá por el mes de octubre.

Con escasos 3 puntos de ventaja sobre la Fórmula Soria-Odarda que medimos en diciembre, el gobernador necesitaba sumar algunos votos más para consolidar su triunfo, y la exclusión de Pesatti de la fórmula puede ser el factor que la haga perder la elección a Weretilneck.

Ahora bien, pude pasar también que la moneda finalmente caiga del lado del triunfo. Ya vimos que está dentro de las probabilidades que presenta el empate técnico. La pregunta del millón es ¿Qué factores pueden hacer que gane la elección?

Y paradójicamente encontramos también en la exclusión de Pesatti de la fórmula y su cambio por la barilochense Arabela Carrera el factor que le haga ganar la elección… pero no porque la figura de Carrera le sume votos per se -que de hecho no le suma ni un solo punto- sino por el echo de que la consolidación de JSRN como un nuevo espacio no peronista (o exorcizado de kirchnerismo) le permita atraer el ‘voto antikirchnerista’ que, presente en las encuestas entre el 17% que adhieren a Cambiemos y el 14% de indecisos, vean su ‘utilidad’ para impedir el triunfo de Martín Soria.

La polarización kirchnerismo-antikirchnerismo puede ser el factor que le haga ganar la elección a Weretilneck.

¿Y las habilidades de Soria no juegan para nada? Se preguntarán los peronistas que lean esta nota. Pues la verdad es que Soria ha venido haciendo una campaña normal según el estándar de la vieja política, hasta ahora. Pero con eso no alcanza para destronar a Weretilneck. Para vencer a Weretilneck tendría que hacer algo extraordinario y sinceramente no veo ninguna señal de hechos extraordinarios, hasta ahora.

Toda elección se presenta como un plebiscito entre continuidad y cambio. Weretilneck ha hecho una muy buena segunda mitad de su último mandato. Y el electorado le reconoce esa muy buena gestión con una muy alta imagen positiva (62% en octubre). Superado aquel mal momento que vivió a mediados de 2016 con el desafortunado evento de la Planta Nuclear, no ha parado de crecer en las encuestas, producto de la sanción y puesta en marcha del Plan Castello, por un lado, pero también de su incansable transitar la provincia, para estar ‘en cada lugar siempre’ -como rezaba su anterior slogan- tan cerca que puedas ‘contar con él’ -como reza el actual-.

Nuestros estudios cualitativos nos mostraron que Weretilneck “ha hecho cosas que ningún otro gobernador antes hizo por los ciudadanos de esta provincia” ¿Y entonces para qué cambiar?

El electorado elige ‘el cambio’ cuando la realidad lo abruma, cuando las frustraciones del presente le produce una fuerte ira, o cuando ante la indiferencia vea un futuro tan esperanzador que le prometa alegría el alcanzarlo. Y a pesar que muchas de estas emociones pueden incluso ser construidas desde el discurso político del opositor que apela por ese cambio, no notamos ninguna de ellas presente.

Con lo cual, la victoria o la derrota del actual gobernador Alberto Weretilneck en las próximas elecciones del mes de abril, van a estar más sujetas al ‘control de daños’ que puedan causarle sus propios errores, que a los eventuales aciertos que pueda generar la campaña de Martín Soria.

Pablo Gustavo Díaz
Consultor en marketing político
www.pablogustavodiaz.com

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