"Freydoz padece un trastorno esquizoafectivo con delirio celotípico"

Según Luis Di Giácomo la única imputada por el asesinato del gobernador Carlos Soria, la viuda, quizás no “comprenda en su total dimensión lo que pasó. Pero no estoy diciendo que esté totalmente enajenada”, aclaró.

Ese 1º de enero, el psiquiatra Luis Di Giácomo tuvo que interrumpir sus vacaciones y volver a General Roca. Lo esperaba Susana Freydoz, vieja amiga de la familia, y la conmoción de un crimen que acababa de cometerse. El psiquiatra, amigo de los Soria y actual ministro de Gobierno provincial, sostuvo desde ese día que Freydoz es inimputable. El perito de parte, contratado por la defensa de la viuda, avala esa teoría. El perito oficial, en cambio, la describió como una mujer lúcida, sincera, culta e imputable. De quién tenga razón depende el futuro de la viuda del ex gobernador de Río Negro. Aquí, una entrevista con el psiquiatra que la atendió horas después de haber asesinado a su marido.

¿Cuál es la evaluación que hizo de la viuda de Carlos Soria?
Freydoz padece un trastorno esquizoafectivo con delirio celotípico. Es un trastorno mental que provoca pérdida de contacto con la realidad, oscilaciones del estado de ánimo y dificultades en la relación con los demás. A eso, el día del crimen, se sumó una intoxicación aguda con benzodicepinas y alcohol.

Aunque suene similar, Di Giácomo no se refiere a los celos que puede tener cualquiera sino a delirios. Es decir, celos que dependen de factores reales o imaginarios. Y cuando habla de una intoxicación con benzodiacepinas se refiere a una dependencia de los ansiolíticos de mayor consumo -Rivotril, Valium, Alplax y Lexotanil- mezclados con vino blanco.

¿Intoxicación aguda y crónica?
A la intoxicación del momento se sumó que ella venía mezclando calmantes con alcohol desde hacía más de dos años. Estas pastillas, solas o con alcohol, producen desinhibición. Me refiero a la posibilidad de reaccionar exageradamente frente a algo que usualmente uno no haría.

¿Es un trastorno que tuvo siempre o apareció de repente?
Depende de varios factores. En este caso, se trata de una mujer que había llegado a un punto de crecimiento muy ansiado –su marido por fin era gobernador y ella en Primera Dama– y acababa de cumplir 60 años, la edad en la que muchas mujeres empiezan a sentir que son viejas y no sirven.

¿Por qué disparó ese día y no otro?
Quizás se hayan sumado todos los sentimientos que se movilizan en las fiestas y apareció, además, ese: “Carlos no me saludó en el brindis”. La celotipia es un delirio en el que no importa lo que haga el celado. El celoso le puede disparar al otro porque llegó tarde y cree que seguro se fue con otra o porque llegó en punto y cree que está cumpliendo para disimular a su amante. Esa noche, todos esos factores, reales e imaginarios, se pusieron en juego.

Esa semana, además, Freydoz había encontrado un mensaje de texto que Soria le escribía a su amante: “Pese a todo, te sigo extrañando”.

¿Está arrepentida?
No estoy seguro de que comprenda en su total dimensión lo que pasó. Pero no estoy diciendo que esté totalmente enajenada.

¿Por qué, a diferencia del perito oficial, usted la considera inimputable?
Porque, como indica el Código Penal, la conjunción de los factores descritos no le permitieron comprender la criminalidad del acto ni inhibir sus acciones.

Di Giácomo, además, es de los que creen que no hubo premeditación. Su argumento se basa en que Freydoz no salió a comprar un arma sino que usó una que Soria usaba a diario para protegerse cuando se subía al auto. En eso difiere de lo que piensa la enorme mayoría de los roquenses. Por aquí la odian porque creen que esperó a que se fueran todos y lo mató mientras dormía.

¿Cómo está hoy?
Está internada en la unidad de psiquiatría del Hospital de Cipolleti, medicada con antipsicóticos y estabilizadores del ánimo. No habla de lo que pasó y se queda con la mirada perdida porque, en general, quienes sufren este trastorno se vuelven desafectivos. Es decir, pueden tener un ataque de bronca y de repente no importarles nada. Por eso no pregunta nada o pide tintura para el pelo. O de repente le dice a los hijos: “¿Así que van a la chacra el domingo? ¡No me van a dejar nada desordenado, eh!”.

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