Pensar la transformación

El gobierno se encamina a una conversión. Esta percepción quedó tras jornadas de sobradas palabras, de culpas cruzadas y de trámites pendientes.

Lo último: el senador Pichetto reprendió a “funcionarios jóvenes” fustigadores –con sus actitudes– de la autoridad gubernamental. El gobernador Weretilneck reclamó el “ordenamiento” del PJ para posibilitar el lucimiento de los “logros” oficiales.

Dos diagnósticos: Pichetto ubicó el problema en el gobierno. Weretilneck lo colocó en el Partido Justicialista.

Juicios diferentes requieren soluciones diferentes. Contradicción medular de dos protagonistas vitales para una resolución real.

Cada uno ubicó el desenlace en el otro.

No hay internas gubernamentales, se trata de disputas justicialistas. Esa singular síntesis corresponde al pensamiento del mandatario, instalando los líos propios en el exterior. Depositó excesiva expectativa en que los recelos y forcejeos lograrían neutralizarse con la asunción de la conducción del PJ. Esa simple formalidad no contendría tanta discordancia.

El mayor aporte de Pichetto fue su expresión pública sobre que ciertos jóvenes funcionarios todavía no habían descubierto su rol. Ese mensaje logró cierto efecto. Ellos –soldados del ex gobernador Carlos Soria– captaron la corrección pretendida. Se observó un alineamiento forzado y plena ocupación en su función técnica.

Pichetto hizo su aporte a Weretilneck. Reprochó a los funcionarios. El viernes, en el acto partidario, sumó otra orientación: actuar “con humildad, sin resentimientos”

No habrá más que eso. El senador no forzará ningún reacomodamiento. No es su estilo. Su estrategia –además– está concentrada en la unidad interna. Condición determinante ya para el año próximo, cuando se edifique el primer cuadro electoral, incluyendo las candidaturas al Senado.

El senador y el partido redoblan el soporte al gobernador, pero transportan también su clara demanda. Los conflictos en el gobierno pertenecen a Weretilneck, y exigen respuestas suyas. Esta conclusión fue central en la primera reunión del Consejo partidario, antes de la asunción. Existió malestar por la responsabilidad transferida por Weretilneck. La frase más concluyente: “Los éxitos son de él, los problemas son nuestros”, ironizó Ariel Rivero.

Participaban tres hombres del gabinete: Julián Goinhex, Hugo Lastra y Nicolás Rochas. El primero se ofreció en la coordinación gubernamental después de la sucesión de cuestionamientos por parte de los intendentes. La directriz: carencia de respuestas ministeriales. Javier Iud lo identificó como que “falta emprolijar” la administración. Se observó –en un planteo unánime– que no ayuda la continuidad de funcionarios radicales en estructuras claves, juzgándose que hay deliberada obstrucción. Martín Soria alentó una reunión gobierno-partido, que se daría en abril. Pichetto apreció la discusión para sincerar y para transformar esos debates después en un sólido sostén del gobierno.

Los jefes comunales saben de los escollos en la ejecución de las medidas anunciadas.

Ochenta furiosos días después de su sanción, la ley de disponibilidad se puso en vigencia con su reglamentación. Ya poco queda del plan original. El núcleo de la norma –la disponibilidad o suspensión de la “relación laboral”– quedó acotado al decisivo aval del gremio. Licuación plena. La ley de tratamiento de las deudas anteriores sufrió un desarme similar. Las informales excepciones ya planteadas o la reglamentación prensaron el marco de acción de la Comisión de Transacciones. Algunos miembros creen que sólo se mantiene la fachada. Habrá poca revisión y quedará la categorización de los pagos: pocos cobrarán en pesos y la mayoría recibirá bonos, que se diseñan a cinco años, con el primero para abonar sólo intereses.

Los intendentes igualmente hablan por sus penurias. No recibieron fondos para sus labores escolares. Hay otros casos en esa vorágine. Se acumulan reclamos por la irresolución de los adicionales. Son esquemas salariales centrales. Y como el Estado debe funcionar, no se tardará mucho –si ya no está vigente– en generar sistemas anómalos para reconocer y abonar esas funciones. La privación siempre somete al Estado a sus peores salidas.

Weretilneck transita la provincia y descubre esas falencias. Cada acción se reduce a un expediente. Si hay fallas en el proceso, siempre emergerá de la peor manera.

El gobernador tiene un ranking de fastidio. Lo lidera el secretario Legal y Técnico, Nicolás Rochas. Con y sin culpa, en ese despacho se promovieron sus mayores desvelos. El resto se dispersa entre los ministros Alejandro Palmieri (Economía), César del Valle (Obras Públicas), el secretario General Julian Goinhex y el fiscal Pablo Bergonzi.

Renovará –en general– el tiempo de “adaptación” tras su llamado de atención. Lo necesita, además, para pensar en las salidas. Armar su unidad de gestión ya que, hasta ahora, continúa con la estructura del proceso iniciado por Soria. No piensa hoy en incursiones extrañas, de modo que el análisis y el reposicionamiento de fuerzas se centrará en el justicialismo.

Ese oficialismo continúa atascado en el porvenir del presidente del STJ, Víctor Sodero Nievas. Hay esfuerzo para rescindir ese juicio político pero el juez dinamita cualquier intento con su exagerada exposición. Se distanció, otra vez, del rumbo cauteloso y riguroso que impone el andar de un mandamás del Poder Judicial. La contraofensiva fue la rectificación de Fabián Gatti, lo cual abrirá el proceso de enjuiciamiento. No hay posibilidades para ese escarnio, tampoco para la perpetuidad fastuosa que el magistrado quiere. Queda el retiro programado, que falta convenir.

Otra disyuntiva despunta: el asunto petrolero. La provincia va al encuentro de la política de zamarreo que Chubut y Santa Cruz lanzaron contra las concesiones de YPF. Habrá más moderación porque hay desconcierto sobre qué quiere la Nación en la lucha desatada con esa petrolera.

El viernes Weretilneck analizó el procedimiento con Pichetto. Participaron también Soria, los ministros Palmieri y Hugo Lastra y el secretario de Hidrocarburos, Jorge Borrelli. Este técnico describió la situación y el argumento: YPF tiene cinco áreas, sólo explota dos y en las restantes casi no existieron inversiones. Estiman que la respuesta de YPF no será alentadora en desembolsos. Comenzará en abril esa revisión contractual, con foco en el plan nacional, pero resta salvar matices autóctonos. El gobernador proyecta un proceso con oportunidades a petroleras regionales y nacionales. Pero el senador y el ministro Pichetto entienden que las grandes firmas –YPF incluida, en cualquiera de las probables variantes– protagonizarán un gran proceso de desarrollo y allí debe inscribirse Río Negro.

El gobernador aún capitaliza su efectiva reacción en los inicios en la cosecha y el ciclo escolar, conjuntamente con la intervención a favor de la actividad turística de Bariloche.

Su marcha, en cambio, se devalúa en la inacción funcional del Estado. Lo sabe y, por eso, piensa en una mutación gubernamental. Percibe el riesgo de que el gobierno comience a girar en vacío. Y el peronismo ya no será inocente.

ADRIÁN PECOLLO adrianpecollo@rionegro.com.ar

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